Un pesado barco


– ¡Sopla!

– ¿Qué?

– ¡Que soples!

– ¿Para qué?

– Para avanzar

– Pero si eres un barco de papel, no puedes navegar en el mar. Te hundirás

-¡Tú sopla, probamos!

-No quieras probar, no lo podrás contar.

-Si no lo pruebo, seguro que no lo podré contar. Hay que arriesgarse y salir a navegar. ¡Qué vida es la de un barco si nunca sale a navegar!

-¿Quieres vivir o morir?

-¡Vivir, claro, como todos!. Anda, sopla que alcance la primera ola, sólo un poco, luego ya el mar hará el resto, me dejaré llevar, flotar es fácil para un barco como yo. Ligero, con poco peso, sin pasajeros, pequeño y alegre.

-Pero, ¿y el equilibrio? Ser ligero no es suficiente. Hace falta equilibrio para mantenerse arriba, sin balancearse a un lado en exceso ni vencerse demasiado al otro. Las olas son afiladas. Te harán caer, te romperán. Mejor no salgas, aquí estás seguro.

-¡¡¡Qué soples!!!

– ¡Ufff qué pesado!

 

Y el suspiro enfadado lanzó el pequeño barco de papel hacía las cortantes olas.

 

 

Para César, por regalarme este barquito sobre un mar de cuchillos

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