Disfrutando el desnivel


Siempre me ha gustado el bordillo de la acera. Puede resultar simple, pero es así. En mi pueblo, solía salir a la calle y sentarme sola en el bordillo. Escribía con alguna piedra letras imaginarias sobre la calzada. Observaba los papelillos acumulados. Me fijaba en las hierbecillas que pugnaban por salir entre algunas de las rendijas del asfalto y el hormigón. Imaginaba historias.

El bordillo es realmente como un refugio desde donde observar e imaginar sin ser visto. Donde pararse a pensar. No somos tan diferentes a esos papelillos que se acumulan en este desnivel de la calle, volando o haciendo cabriolas mientras el viento sopla, pero arrimados en una esquina en cuanto el aire para o da un giro. Pero mucho más expresivos y auténticos precisamente en esos momentos de quietud.

Es bueno sentarse en el bordillo de vez en cuando. Sobre todo cuando la felicidad, el amor o la suerte se quedan atrás, enganchados en la basura y las hojas secas. Es entonces cuando hay que frenar en seco, bajar del coche, sentarse en la acera y disfrutar el desnivel. ¡Qué grande es el mundo allá arriba pero qué pequeños las papelillos abajo! Seguro que viene otro golpe de viento.

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *